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jueves, 17 de abril de 2008

EL PROFETA - Kalhil Gibran

El Profeta
Kalhil Gibran

Contenido
El Arribo de la nave
Del Amor
Del Matrimonio
De los Hijos
De las Dádivas
Del Sustento
Del Trabajo
De la Alegría y de la Tristeza
De las Moradas
De la Vestimenta
Del Comprar y del Vender
Del Crimen y del Castigo
De las Leyes
De la Libertad
De la Razón y de la Pasión
Del Dolor
Del Propio Conocimiento
De la Enseñanza
De la Amistad
De la Conversación
Del Tiempo
Del Bien y del Mal
De la Oración
Del Placer
De la Belleza
De la Religión
De la Muerte
El Adiós

El Arribo de la nave
Almustafá, el elegido y el amado, que era un amanecer en su propio día, esperó durante doce años en la ciudad de Orfalis el arribo de la nave que había de conducirle de regreso a su isla natal.
Y en el año decimosegundo, el día séptimo de Ailul, mes de la cosecha, escaló la colina, cercana a las murallas de la ciudad, y contempló el mar; y columbró su nave surgiendo de entre la niebla.
Entonces se abrieron las puertas de su corazón, y su alegría se desbordó y escapó volando por encima del mar. Cerró los ojos y rezó en el silencio de su alma.
* * *
Pero mientras bajaba la colina, le invadió la melancolía, y pensó allá en el fondo de su corazón: ¿Cabe partir en paz y sin tristeza? Imposible, no es concebible abandonar esta ciudad sin que mi alma quede desgarrada. Infinitos son los días transcurridos entre sus murallas, y eternas las noches de soledad; y ¿quién es el mortal capaz de separarse de su dolor y soledad sin sentir entristecida el alma? Son innumerables las partículas de espíritu diseminadas por estas calles, e innumerables los hijos de mi afecto que deambulan desnudos por entre estas colinas, ¿cómo, pues, alejarme de ellos sin experimentar la opresión del dolor! No es una simple prenda de vestir de lo que me privo en este día, sino la propia piel que desgarro con mis manos. No es tan solo un pensamiento lo que queda trás de mí, sino todo un corazón dulcificado por el hambre y la sed. Mas no puedo postergar por más tiempo mi partida.
La mar, que requiere para sí todas las cosas, me reclama, y debo zarpar. Pues quedarse, aunque las horas ardan en la noche, es congelarse, cristalizarse y quedar confinado en un molde. Nada me sería más placentero que llevar conmigo todo cuanto hay aquí, más ¿cómo hacerlo? Una voz no puede cargar la lengua y los labios que le dieron alas. Debe ir sola en busca del éter. Y solitaria y sin nido volará el águila de cara al sol.
* * *
Y una vez en la falda de la colina, volvió su vista de nuevo hacia el mar, donde su nave se acercaba al puerto, y en su proa, los marineros, todos ellos hombres de su misma tierra. Y desde el fondo de su alma les vociferó:
¡Hijos de mí provecta madre, vosotros jinetes sobre las olas! ¡Cuán a menudo habéis circunnavegado en mis sueños! ¡Y ahora arribáis a mí en el despertar del más hondo de mis sueños!
Preparado estoy para partir, y mi anhelo al igual que las velas desplegadas, tan sólo al viento aguarda. Tan sólo un aliento más emitiré en esta atmósfera sosegada, tan sólo lanzar‚ otra mirada plena de amor hacia atrás. Y luego me uniré a vosotros para ser uno más entre los marineros. Y tú, extenso mar, cual madre en vela. Unico refugio apacible para los ríos y los arroyos. Un meandro más tendrá tan solo este torrente, solamente un último murmullo en su recorrido. Y luego me acogeré‚ a ti cual una solitaria gota infinita en un océano sin límites.
* * *
Y en tanto caminaba vio como en la lontananza hombres y mujeres abandonaban sus campos y se apresuraban hacia las puertas de la ciudad.
Y a sus oídos llegaron sus voces que le llamaban por su nombre, y a gritos, de una campiña a otra, se comunicaban el arribo de la nave.
* * *
Y entonces se dijo para si:
¿Será el día mismo de la partida el de la reunión? Y se proclamará que mi ocaso fue en realidad mi aurora? Y cómo gratificar‚ a aquel que ha dejado su arado a medio surco, o a aquel que ha detenido la rueda de su Iagar? ¿Alcanzará mi corazón a transformarse en árbol pletórico de frutos para que yo pueda distribuirlos entre ellos? Y manarán mis deseos cual agua de manantial para hacer posible colmar sus copas? ¿Seré un arpa que la mano del Todopoderoso taña, o flauta a través de la cual su aliento pueda pasar? Soy un buscador de silencio, ¿pero he encontrado acaso tesoro alguno en los silencios que pueda ofrendarlo con confianza? Si este es el día de recolectar mi cosecha ¿en cuáles campos he arrojado la semilla, y en qué períodos me he olvidado? Si en realidad la hora de alzar mi farol comunicante ha llegado, no será mi fuego el que arda en su interior. Apagado y oscuro levantaré‚ mi farol. Y no seré el guardián de la noche quien lo llenará de aceite y quien lo prenda.
* * *
Esto fue lo que dijo con palabras, pero muchas otras quedaron en el recóndito fondo de su corazón, porque ni él mismo podía expresar el más hondo de sus secretos. Y a su entrada en la ciudad, el pueblo en pleno salió al encuentro y le aclamó como una sola voz. Y los ancianos de la ciudad se le acercaron y le dijeron:<<>>
* * *
Y los sacerdotes y las sacerdotisas le dijeron:
<>
* * *
Y otros más acudieron y le suplicaron. Pero para todos tuvo la misma negativa por respuesta. Se limitó a bajar la cabeza, y aquellos que estaban próximos a él vieron que sus lágrimas le caían sobre su pecho. Y él y el pueblo tomaron el camino que conducía hasta la amplia plaza que se encontraba frente al templo.
* * *
Y una vez allí vieron salir del santuario a una mujer que era conocida por Almitra.Y esta mujer era Sibila. Almustafá la contempló con infinita ternura, ya que había sido la primera persona en buscarle y creer en él tan sólo al principio del día de su arribo a la ciudad. Y ella le saludó diciendo:
<>
Y él así dijo: <>


Del Amor
Entonces Almitra le dijo: "Háblanos del Amor."
Y él levantó la cabeza y contempló atentamente al pueblo, y al observar la quietud reinante replicó con voz tonante:
Cuando el amor arribe a vosotros, seguidle. Aunque sus veredas sean duras y difíciles de seguir. Y cuando sus alas os envuelvan entregaos a él. Aunque la espada que oculte bajo sus alas pueda heriros. Y cuando os hable creed en él. Aunque su voz pueda arrasar vuestros sueños, así como el viento del norte arrasa los jardines.
* * *
<>
* * *
Cual mazorcas de maíz os reunirá junto a él. Os azotará para que sintáis vuestra impotencia. Os agitará hasta despellejaros. Os molerá hasta lograr que blanqueéis.Os amasará hasta dejaros flexibles. Y luego os destinará a su fuego sagrado para convertiros en pan bendito en la fiesta sagrada de Dios. Todas estas cosas hará el amor con vosotros para que conozcáis los secretos del corazón, y con ese conocimiento convertiros en un fragmento del corazón de la Vida.
Pero si presas de temor buscáis tan sólo la paz del amor y el placer del mismo. Entonces será preferible que tapéis vuestras desnudeces y escapéis de la agitación de amor. Y entréis en ese mundo sin estaciones donde podréis reír, pero sin que llegue a ser completa vuestra risa, y lloraréis, pero sin verter todas vuestras lágrimas.
* * *
<<>>
* * *
<>
<Pero si amáis y sentís el brote de los deseos, permitid que estos deseos sean los vuestros. Que fluyan y sean como el arroyuelo rumoroso que entona su canto en la noche. Para conocer el dolor de excesivas ternuras. Para ser heridos por vuestro propio conocimiento del amor. Y para sangrar voluntaria y regocijadamente. Para despertar al amanecer con el corazón extasiado y dar las gracias por otro día de amor. Para reposar al medio día y pensar acerca del éxtasis del amor. Para regresar con gratitud cuando llega la caída de la tarde. Y entregarse después al sueño con una oración por el amado de vuestro corazón y un cántico de alabanza en vuestros labios.>>


Del Matrimonio
De nuevo Almitra volvió a hablar para preguntar:
<>
A lo que él contestó:
<>
* * *
<>
* * *
<>


De los Hijos
Y una mujer llevando una criatura junto al pecho, dijo: <>
Y él dijo:
Vuestros hijos no son hijos vuestros.
Son los hijos y las hijas de cuanto la Vida desea para sí misma. Son concebidos por medio de vosotros, mas no de vosotros.
Y aun estando con vosotros, no os pertenecen.
* * *
Podéis otorgarles vuestro amor, mas no vuestros pensamientos. Porque ellos poseen los propios.
Podéis dar cobijo a su cuerpo, mas no a su alma. Porque sus,almas habitan en la morada del futuro, la cual no podéis conocer, ni siquiera en vuestros sueños.
Podéis esforzaros por ser como ellos, mas no intentéis que ellos sean como vosotros. Porque la vida no anda hacia atrás ni se para en el ayer.
Sois los arcos de los cuales vuestros hijos han sido disparados como dardos vivos. El Arquero ve el blanco en el camino del infinito, y Él os doblegará con su poder para que sus dardos puedan ir lejos y raudos.
Permitid que por placer sea la mano del Arquero la encargada de doblegaros. Pues aun cuando Él ama al dardo que vuela, también siente amor por el arco en tensión.


De las Dádivas
De inmediato un hombre adinerado dijo: <>
A lo que él respondió:
Sólo dais muy poco cuando donáis de lo que es vuestro. Es cuando donáis de vosotros mismos cuando en realidad dais.
¿Qué son en realidad vuestras posesiones sino cosas que guardáis y vigiláis por miedo de perderlas mañana?
Y el mañana, ¿qué aportará el mañana al perro excesivamente previsor que entierra sus huesos en la arena carente de huellas mientras va en pos de los peregrinos que se dirigen a la ciudad santa?
Acaso no es la verdadera necesidad el temor a la necesidad? ¿Por qué el temor de sufrir sed si vuestro pozo se encuentra lleno? ¿No es la vuestra una sed insaciable?
* * *
También existen aquellos que dan poco de lo mucho que poseen, y ello para que les queden agradecidos, resultando que sus ocultos deseos hacen que esas dádivas suyas sean indeseables.
En cambio los hay que poseyendo poco lo dan todo. Son éstos los que aman la vida y en su generosidad, su cofre jamás se encontrará vacío.
Existen otros que donan con alegría y esa misma alegría es su recompensa.
Y los hay quienes donan con dolor, por lo que ese dolor es su bautismo.
Y están esos otros más que donan y no sienten dolor en ello, ni buscan placer con ello, ni donan porque pretendan ser virtuosos. Donan como en el valle el mirto perfuma la atmósfera con su aroma.
Dios habla a través de las manos de los que son como éstos, y así mismo a través de sus ojos sonríe Él sobre la tierra.
Siempre el dar es cuando se nos pide, bueno pero mejor aún es dar sin que se nos pida, por comprensión. Y para el generoso, la búsqueda del necesitado es mayor placer que la dádiva misma.
¿Y existe alguna cosa que desearais guardar? Todo lo que tenéis será dado algún día.
Así que donad ahora, que la estación de las dádivas pueda ser vuestra ahora y no de vuestros herederos.
* * *
Con frecuencia soléis decir: Yo daría, pero solamente a quien lo amerita.
No es así como hablan los árboles en vuestro huerto, ni los rebaños que pacen en vuestras praderas. Dan porque así pueden vivir, ya que guardar es morir.
Con seguridad aquel que es digno de recibir sus días y sus noches, es digno igualmente de recibir de vosotros. Y aquel que fue digno de beber del océano de la vida, es digno de llenar su copa de vuestro arroyuelo.
¿Y qué desierto más grande puede existir sino en el que yace el valor y la confianza, y no la caridad de recibir?
¿Y quiénes sois vosotros delante los cuales tienen los hombres que abrir su pecho y desvelar su orgullo para que podáis mirar sus méritos al desnudo y su orgullo sin rubor?
Ved primero si merecéis vosotros ser donadores e instrumento para la dádiva. Porque en realidad es la vida lo que da vida, mientras que vosotros, que os consideráis donadores, no sois más que testigos.
* * *
Y vosotros los que recibís, todos vosotros sois recibidores, no aceptéis peso alguno de gratitud, no pongáis ese yugo sobre vosotros ni sobre aquel que da.
Mejor alzaos junto con el donador por encima de sus dádivas como sobre alas. Porque una sobreestimación de vuestra deuda, es poner en duda la generosidad del liberal, cuya madre es la tierra y cuyo padre es Dios.


Del Sustento
Un anciano, el dueño de una hostería, dijo: <>
Y él respondió:
Quisiera que pudierais vivir del aroma que emana de la tierra, y que al igual que una planta aérea fuerais sustentados por la luz. Pero como tenéis necesidad de matar para comer, y quitar al recién nacido la leche de su madre para calmar vuestra sed, permitid, pues, que ello se transforme en un acto de adoración. Y permitid que vuestra mesa sea un altar donde son sacrificados los puros e inocentes del bosque y de la pradera en aras de lo que en el hombre existe de más puro y más inocente.
* * *
Cuando déis muerte a un animal decidle en vuestro corazón:
Por la misma fuerza que te sacrifica, también yo seré sacrificado; e igualmente seré consumido. Púes la ley que te colocó en mis manos, me colgará en otras más poderosas. Tu sangre y la mía no son más que la savia de la cual se nutre al árbol de los cielos.
* * *
Y cuando mordáis una manzana con vuestros dientes, decidle en vuestro corazón:
Tus semillas habitarán en mi cuerpo. Y los capullos de tu futuro florecerán en mi corazón. Y tu aroma será mi aliento. Y juntos gozaremos a través de todas las estaciones del año.
* * *
Y en el otoño, cuando cosecháis las uvas en vuestros viñedos para transportarlas al lagar, decidles en vuestro corazón: 'También yo soy un viñedo, y mi fruto será recogido para transportarlo igualmente al lagar. E igual que el vino nuevo seré guardado en tinajas eternas'.
Y llegado el invierno, cuando bebáis el vino, permitid que vuestro corazón eleve un cántico con cada copa. Y permitid que en el cántico exista una remembranza para los días del otoño, para el viñedo, y para el lagar.


Del Trabajo
Después un labrador pidió: <>
Y él contesto, diciendo:
Trabajad para que podáis conservar la paz con la tierra y con su alma. Porque el permanecer ocioso es volverse un extraño para las estaciones, y dejar la procesión de la vida, que anda con majestad y orgullosa sumisión hacia el infinito.
* * *
Cuando trabajáis os convertís en una flauta a través de cuyo corazón se transforma en música el murmullo de las horas. ¿Quién de vosotros desearía ser una chirimía, muda y silenciosa, mientras todo lo demás canta cual un coro al unísono?
* * *
Siempre se os ha dicho que el trabajo es una maldición y la labor una desgracia.Pero yo os digo que cuando trabajáis cumplís con una parte del sueño más remoto de la tierra, el cual os fue asignado cuando ese sueño nació.
Y al estar siempre en el trabajo, estaráis en realidad amando la vida. Y el amor a la vida por medio del trabajo, es intimar con su secreto más hondo.
* * *
Pero si en vuestra aflicción llamáis dolor al nacimiento y al sostén de la carne una maldición impresa sobre vuestra frente, entonces yo os advierto que nada que no sea el sudor de vuestra frente podrá borrar lo que en élla ha sido impreso.
* * *
También se os ha sido dicho que la vida es penumbra, y en vuestro cansancio os hacéis eco de lo que os fuera dicho por el cansado. Y yo os advierto que la vida es, efectivamente, penumbra excepto cuando en ella hallamos estímulo. Y todo estímulo es ciego si no existe conocimiento, Y todo conocimiento es inútil, si no va acompañado por el trabajo, Y todo trabajo es cosa vacía salvo cuando existe amor.
Y cuando trabajáis con amor os juntáis uno al otro y también a Dios.
* * *
¿Y qué es trabajar con amor? Es tejer la tela con hilos sacados de vuestro corazón, es como si vuestro ser más amado tuviera que vestirse con esa tela.
Es construir una casa con cariño, como si vuestro ser más amado hubiese de morar en ella. Es como poner la semilla en el surco con ternura y recolectar la cosecha con alegría, como si vuestro ser más amado hubiera de comer su fruto.
Es impregnar todas las cosas que efectuáis con el aliento de vuestro propio espíritu. Y saber que todos los muertos benditos se alzan frente a vosotros y os miran.
* * *
Con frecuencia os he oído decir, como si hablaseis en sueños: El que trabaja el mármol, y talla la forma de su alma en la piedra, es más noble que aquel que ara la tierra. Y el que se adjudica el arco iris para plasmarlo en un lienzo y convertirlo semejante al hombre, es más valioso que aquel que hace las sandalias para nuestros pies. Pero yo os aseguro, no en sueños, sino en la vigilia del mediodía, que el aire no habla con más dulzura a los robles gigantescos que a la minúscula brizna de hierba. Y sólo es grande aquel que convierte la voz del aire en un cántico que su amor hace más dulce.
El trabajo es un amor que se hace tangible. Y si no podéis trabajar con amor sino tan sólo con desagrado, será preferible que dejéis de trabajar y toméis asiento a la entrada del templo a pedir limosna a los que trabajan con alegría.
Porque si cocináis el pan con indiferencia estáis cociendo un pan amargo que alimenta sólo a medias el hambre del hombre. Y si pisáis las uvas con disgusto, ese disgusto será como un veneno destilado en el vino. Y si cantáis como ángeles, pero no amáis el canto, tapáis el oído del hombre para que no pueda escuchar las voces del día y las de la noche.


De la Alegría y de la Tristeza
Fue entonces una mujer la que pidió: <<>>
A lo que él contestó:
Vuestra alegría es vuestra tristeza sin máscara. Y el mismo manantial de donde mana vuestra risa ha estado frecuentemente lleno de vuestras lagrimas.
¿Y podría ser de otra manera?
Cuanto más profundo penetre la tristeza en vuestro ser, más alegría podrá contener. ¿No es la copa repleta de vuestro vino la misma que fue cocida en el horno del alfarero? ¿Y no es el laúd que deleita vuestro espíritu la misma madera que fue ahuecada con aceros?
Cuando os encontráis alegres mirad en lo más profundo de vuestro corazón y notaréis que lo mismo que os produjo tristeza es lo que ahora causa vuestra alegría.
Cuando os sintáis atribulados volved a mirar vuestro corazón, y notaréis que estáis llorando por aquello mismo que anteriormente fue vuestra alegría.
Algunos de vosotros comentáis: 'La alegría es mayor que la tristeza', y otros contradicen: 'No, la tristeza es mayor'.
Sin embargo, yo os digo que ambas son inseparables. Llegan juntas, y cuando es solamente una la que se sienta con vosotros a la mesa, recordad que la otra se encuentra dormida en vuestra cama.
* * *
La verdad es que estáis en suspenso entre vuestra tristeza y vuestra alegría.
Sólo cuando os encontráis vacíos estáis quietos en el fiel de la balanza. Cuando el guardián del tesoro os llame para pesar su oro y su plata, es necesario que vuestra alegría o vuestra pena suba o baje en la balanza.


De las Moradas
Fue después un albañil quien se adelantó para decir: <>
A lo cual él respondió:
Construid con la imaginación una enramada en la selva antes que una casa dentro de la ciudad. Pues aun cuando en vuestro ocaso sintáis el deseo del hogar, así ese otro yo vagabundo que hay en vosotros, anhelará la lejanía y la soledad.
Vuestra mayor morada es vuestro cuerpo. Se desarrolla al sol y duerme en la tranquilidad de la noche; y no carece de sueños. ¿No sueña vuestra morada? Y al soñar ¿no abandona la ciudad para buscar el bosquecillo o la cumbre de la montaña?
* * *
Quisiera poder juntar vuestras moradas en la palma de mi mano, y cual sembrador poder esparcirlas por bosques y praderas. Desearía que los valles fuesen vuestras calles y las verdeantes sendas vuestras callejuelas, que os pudierais buscar los unos a otros por entre los viñedos, y retornar con el aroma de la tierra en vuestros vestidos.
Pero estas cosas no pueden suceder aún. En su miedo, vuestros antepasados os colocaron demasiado cerca unos de otros. Y ese miedo aún perdurará un poco más. Un poco más tendrán las murallas de vuestra ciudad separadas vuestras moradas de los campos que os pertenecen.
* * *
Y decidme vosotros, pueblo de Orfalis, ¿qué tenéis en estas casas? ¿Y qué es lo que escondéis con puertas aherrojadas?
Tenéis paz, esa tranquila necesidad que revela vuestra fuerza?
Tenéis recuerdos, esas arcadas relucientes que ligan las cumbres de la mente?
Tenéis belleza que es lo que conduce al corazón desde las cosas fabricadas en madera y piedra hasta la sagrada montaña?
Decidme, ¿tenéis todo esto en vuestras moradas? ¿O tenéis solamente comodidad, y el afán de la comodidad, que a escondidas penetra en la casa como huésped, se convierte más tarde en anfitrión y termina siendo el dueño?
* * *
Ay! y llega a ser domador, y armado con arpón y látigo hace que se vuelvan marionetas vuestros máximos anhelos.
Aunque sus manos son de seda, su corazón es de hierro. Os arrulla sólo para poder quedarse a la cabecera de vuestro lecho y mofarse de la dignidad de la carne. Hace escarnio de vuestros rectos sentidos, y los pone sobre algodón cual frágiles vasijas.
La realidad es que el anhelo por la comodidad mata la pasión del alma, y luego camina riéndose en el funeral.
* * *
Mas vosotros, hijos del espacio, los que no reposáis en el descanso, no seréis atrapados ni domados. Vuestra morada no será ancla, sino mástil.
Tampoco será membrana reluciente que tapa una herida, sino el párpado que guarda la pupila.
No doblaréis vuestras alas para cruzar las puertas, ni agacharáis vuestras cabezas para que no se peguen contra techo alguno, ni tendréis temor de respirar para que las paredes no se agrieten y se abatan.
No moraréis en tumbas hechas por el muerto para el vivo. Y, aunque magnificerite y esplendoroso, vuestras moradas no aprisionarán vuestro secreto ni guardarán vuestros deseos más vehementes.
Porque todo aquello que es ilimitado en vosotros mora en la mansión celestial, cuya puerta es la neblina matutina, y cuyas ojivas son las canciones y los silencios de la noche.


De la Vestimenta
Y el tejedor pidió: <>
Y él contestó:
Vuestra vestimenta oculta mucho de vuestra belleza, pero no alcanza a esconder lo que es feo. Y aun buscando en las prendas de vestir la libertad del arcano, quizá halláis en ella un arnés y una cadena.
Bueno fuera que recibierais más sol y más aire sobre vuestro cuerpo y menos sobre vuestros vestidos. Porque la vida palpita en la luz del sol y la mano de la vida está en el aire.
* * *
Algunos de vosotros decís: 'El aire del norte es quien ha tejido los vestidos que portamos. Y yo digo: Sí, fue el aire del norte. Pero su telar fue la vergüenza, y los tendones reblandecidos fueron sus hilos. Y cuando hubo terminado su trabajo se echó a reír allá en el bosque. No olvidéis que la modestia viene siendo un corazón contra la mirada del impuro.
* * *
Y cuando el impuro haya desaparecido ¿qué será la modestia más que una traba y una vileza de la mente?
Y recordad que para la tierra es un placer sentir el peso de vuestros pies desnudos y que los ares se recrean jugueteando con vuestros cabellos.


Del Comprar y Vender
Y un comerciante clijo: <>
A lo que él contestó diciendo:
Para vosotros produce la tierra sus frutos, y lo único que queréis es conocer cómo llenar vuestras manos. Es en el cambio de esos productos de la tierra donde hallaréis la abundancia y quedaréis satisfechos. No obstante, a menos de que el cambio se efectúe con amor y justicia, solamente os llevará a la avaricia y a otros al hambre.
* * *
Cuando en el mercado vosotros los mercaderes de los campos, del mar y de los viñedos, os halléis con los tejedores y los alfareros y los que cosechan las especias, invocad entonces al espíritu de la tierra para que os ayude en vuestros tratos y santifique las balanzas asi como las cuentas que equilibran un valor con otro.
* * *
Y no permitáis que los perezosos tomen parte en vuestras transacciones porque ellos darían sus palabras por vuestro trabajo. Decidles a esos hombres: Acompañádnos al campo, o id con nuestros hermanos al mar y echad vuestras redes. Pues la tierra y el mar serán igualmente generosos con vosotros como lo son con nosotros.
* * *
Y si llegan los cantores, las bailarinas y los flautistas, comprad también lo que ofrecen. Porque también ellos son cosechadores de frutos y de incienso, y aquello que traen, aunque fabricado de sueños, son vestidos y alimentos para vuestras almas.
* * *
Y antes de abandonar el mercado, mirad que nadie se retire con las manos vacías. Porque el espíritu, amo de la tierra, no dormirá tranquilo en el aire hasta que las necesidades del último de vosotros no hayan sido satisfechas.


Del Crimen y Del Castigo
Después, uno de los magistrados de la ciudad dio un paso adelante y pidió: <<>>
A lo cual contestó así:
Cuando vuestro espíritu camina errando sobre el aire. Es cuando, solitarios y descuidados, cometéis falta con los otros y, por lo tanto, con vosotros mismos. Y por esa falta en que habéis incurrido necesitáis llamar y esperar un rato sin que se os atienda delante la puerta del bienaventurado.
* * *
Vuestro dios interno es como el mar. Se mantiene por siempre incorrupto. Y como el éter, eleva solamente a los alados. Mas, sin embargo, es como el sol, vuestro dios interno. Desconoce las galerías Subterráneas del topo y no se encuentra en el agujero de la serpiente. Pero vuestro dios interno no mora sólo en vuestro ser. Existe mucho en vosotros que aún es hombre, y mucho más que todavía no lo es.
* * *
Sino un pigmeo deforme que camina dormido a través de la neblina en busca de su propio despertar Y del hombre que todavía existe en vosotros deseo hablaros ahora. Porque es él y no vuestro dios interno, ese pigmeo en la neblina, quien conoce el crimen y el castigo de él.
* * *
A menudo os he oído hablar de aquel que ha cometido una falta como si no fuera uno más de entre vosotros, sino un extraño y un intruso en vuestro mundo. Pero os digo que así como al bienaventurado y al justo no les está permitido elevarse por encima de lo más elevado que existe en cada uno de vosotros, así el malo y el débil no pueden caer por debajo de lo que así mismo es lo más bajo que existe en vosotros. Y lo mismo que una sola hoja no amarillea si no es con el consentimiento silencioso de todo el árbol, así el perverso no puede causar daño sin el deseo oculto de todos vosotros. Igual que en una procesión camináis unidos hacia vuestro propio dios interno. Sois la senda y los caminantes. Y cuando uno de vosotros se abate, es para los que vienen tras él, como un aviso contra la piedra que obstaculiza el paso. Sí, y cae por aquellos que le anteceden, quienes aun siendo más rápidos y de paso más seguro no retiraron de allí la piedra obstaculizadora.
* * *
Y también esto, aunque las palabras hieran con fuerza vuestros sentimientos:
El asesinado no es un extraño a su propio asesinato. Y el robado no es inculpable por haber sido robado. El justo no es inocente de los actos del perverso. Y el que tiene las manos limpias no es ajeno a los hechos del villano. Sí, el culpable es frecuentemente víctima del ofendido. Y aún con mayor asiduidad es el condenado quien soporta la culpa del inocente y del puro. No es posible separar al justo del injusto y al bueno del malo. Porque se alzan al unísono ante la faz del sol, así como el hilo negro y el hilo blanco se tejen unidos. Y cuando el hilo negro se rompe, el tejedor revisará todo el tejido, y examinará también el telar. Si alguno de vosotros condujese ante el juez a la mujer infiel, permitid que el magistrado ponga también en la balanza el corazón del marido, y que mida su alma con el mismo rasero. Y decidle que antes de azotar al ofensor lance una buena ojeada al esp¡ritu del ofendido. Y si alguno de vosotros castigase en nombre de la rectitud y pusiese el hacha junto al árbol del mal, hacedle que lo mire bien hasta las mismas raíces. Y en verdad es que encontrará las raíces del bien y del mal, de lo fértil y lo estéril, entrelazadas en el corazón silencioso de la tierra Y juzgad vosotros quién en realidad es el justo ¿Que sentencia pondríais a aquel que, aunque honesto físicamente, es no obstante, un ladrón en espíritu? ¿Qué pena impondríais al que mata en lo físico y que, sin embargo, se encuentra ya muerto en lo espiritual? Y ¿cómo castigaríais a quien por sus acciones es un impostor y un hombre cruel, pero que también es agraviado y ultrajado?
* * *
Y ¿cómo castigaríais a quienes su remordimiento es ahora mayo a todas sus fechorías? ¿No es remordimiento la justicia que se administra por esa misma ley a la cual con placer servís? Sin embargo, no podéis cargar el remordimiento sobre el inocente ni quitárselo al corazón del culpable. Espontáneamente le escucharéis gritar en la noche para que los hombres despierten y se contemplen a sí mismos. Y vosotros, los que pretendéis entender la justicia, ¿cómo la comprenderíais a menos de considerar todos los actos a plena luz? Solamente entonces podríais comprender que tanto el que se yergue como el abatido no son sino un solo hombre en pie frente a un crepúsculo, entre la noche del propio pigmeo que es y el día de su propio dios. Y que la piedra angular del templo no es más alta que la más baja de sus cimientos.


De las Leyes
Fue despúes un abogado quien se acercó diciendo:
Pero qué hay de nuestras <<>>, maestro?
A lo que el aludido contestó:
Os complace el dictar leyes. Pero os complace más el quebrantarlas. Como esos niños que jugando junto al océano erigen castillos de arena con paciencia para posteriormente destruirlos entre risas. Pero mientras vosotros erigís vuestros castillos de arena, el mar lanza más arena a la playa. Y cuando los abatís, el mar ríe con vosotros. La verdad es que el mar ríe siempre con el inocente.
* * *
Mas ¿y aquellos para quienes la vida no es un mar, y las leyes que el hombre dicta no son castillos de arena, sino para quien la vida es una roca, y la ley un cincel con el cual poder esculpirla a su propia imagen? ¿Qué del paralítico que desprecia a los que bailan? ¿Qué del buey que ama su yugo y juzga al alce y al ciervo del bosque unos seres descarriados y vagabundos? ¿Qué de la vieja serpiente que no puede desprenderse de su piel, y llama desnudas y desvergonzadas a las demás? ¿Y de aquel que llega temprano al banquete nupcial, y que cuando se halla harto y satisfecho se va diciendo que todas las fiestas son violaciones y quienes las celebran violadores de la ley?
* * *
¿Qué diré de todos éstos sino que así mismo ellos reciben la luz del sol, pero de espaldas a él solamente ven sus sombras, y estas sombras son sus leyes?. ¿Y qué es para ellos el sol, sino un crisol de sombras? Y qué es reconocer las leyes sino doblegarse y trazar sus sombras sobre la tierra? Pero vosotros los que camináis de cara al sol, ¿qué imágenes dibujadas sobre la tierra pueden detenerlos? Vosotros los que viajáis con el aire, ¿qué veleta dirigirá vuestra ruta? ¿Cuál ley humana puede conteneros si sacudís vuestro yugo, pero no a la puerta de prisión humana? ¿Qué leyes temeréis si bailáis aunque sin tropezar en las cadenas férreas del hombre? Y ¿quién os llevará ante los jueces si os rasgáis las vestiduras, pero sin dejarlas en el sendero de hombre alguno?
* * *
Pueblo de Orfalis, podrás acallar el tambor y aflojar las cuerdas de la lira, pero ¿quién ordenará a la alondra de los cielos que no cante?


De la Libertad
Y un orador dijo: <la Libertad.>>
Y él respondió:
A las puertas de la ciudad y junto al fuego de vuestro hogar os he visto postrados adorando vuestra propia libertad. Como los esclavos se humillan ante el tirano y le alaban aunque los asesine. ¡Ay, en el bosque del templo y en la sombra de la ciudadela he visto a los más libres usar su libertad cual yugo y esposas! Y mi corazón sangró; porque tan sólo podréis ser libres cuando hasta el mismo deseo de buscar la libertad se convierta en un arnés, y dejéis de considerar a la libertad como un fin y el logro máximo de una aspiración.
* * *
Seréis libres cuando vuestros días no transcurran sin alguna preocupación ni vuestras noches sin algún deseo y algún pesar. Pero más bien cuando estas cosas se ciñan a vuestra vida y, a pesar de ello, os elevéis por encima de ellas desnudos y libres.
* * *
Y ¿cómo os alzaréis por sobre vuestros días y vuestras noches, a menos que rompáis las cadenas que en el despertar de vuestra comprensión habéis atado en torno a vuestra hora meridiana? En realidad, eso que vosotros llamáis libertad es la más poderosa de esas cadenas, aunque sus eslabones resplandezcan al sol y deslumbren vuestros ojos.
* * *
Y ¿qué‚ es la libertad sino pedazos de vuestro propio ser que podríais desechar para llegar a ser libres? Si es una ley injusta la que queréis abolir, esa ley fue escrita por vuestras propias manos sobre vuestras frentes. No podréis derogarla quemando vuestras legislaciones ni lavando la frente de vuestros jueces, aun volcando el mar sobre ellos Y si se trata de un tirano al que, deseáis destronar, mirad primero que el trono que le habéis erigido dentro de vosotros quede destruido. Porque ¿cómo puede un tirano gobernar al libre y al orgulloso, si no es con el despotismo que existe en su propia libertad y la vergüenza en su propio orgullo? Y si es una preocupación la que deseáis desterrar de vosotros, esa preocupación ha sido elegida por vosotros, pero sin que os haya sido impuesta. Y si es un temor el que deseáis disipar, la raíz de ese temor se encuentra en vuestro corazón y no en manos del que teméis.
* * *
Realmente todas las cosas se agitan dentro de vuestro ser en un semiabrazo constante, lo ansiado y lo temido, lo asqueroso y lo que se estima, lo perseguido y aquello que deseáis evitar. Todas estas cosas se mueven en vosotros como luces y sombras, como parejas en amorosa unión. Y cuando la sombra desaparece y deja de existir, la luz a que estaba unida se transforma en sombra para otra luz. Y asimismo vuestra libertad cuando pierde sus cadenas se convierte automáticamente en cadena de una libertad mayor.


De la Razón y De la Pasión
Y la sacerdotisa habló nuevamente y dijo: <<>la Pasión.>>
Y él contestó, diciendo:
Vuestra alma es a menudo como un campo de batalla, en el que vuestra razón y vuestro juicio dirimen una guerra contra vuestra pasión y vuestros apetitos. Desearía ser el pacificador de vuestra alma, poder transformar la discordia y la rivalidad de vuestros elementos en unidad y armonía. Pero ¿cómo hacerlo, a menos que vosotros mismos seáis asimismo los pacificadores, es decir, los amantes de vuestros elementos?
* * *
Vuestra razón y pasión son el timón y el velamen de vuestra alma marinera. Si vuestro velamen o timón se rompiera, solamente podríais dar bandazos y ser arrastrados por el mar, o, en todo caso, permanecer a la deriva en medio del océano. Pues la razón, cuando gobierna sola, es una fuerza que ata; y la pasión, desgobernada, es una llama que arde hasta su propia destrucción. Permitid por tanto que vuestra alma exalte vuestra razón conduciéndola a la cima de la pasión y así pueda cantar. Y permitidla dirigir vuestra pasión con razón, de manera que pueda vivir gracias a su propia resurrección cotidiana, y como el Ave Fénix surgir de sus propias cenizas.
* * *
Desearía que cuidaseis vuestro juicio y vuestros apetitos como lo haríais con dos personas queridas en vuestro hogar. Seguramente no honraríais a una persona más que a otra; porque quien atienda preferentemente a una sola, perderá el amor y la confianza de ambas.
* * *
Cuando en las colinas os sentáis bajo la sombra fresca de los blancos álamos compartiendo la paz y la tranquilidad de las campiñas lejanas y de las praderas, permitid entonces que vuestro corazón exclame en silencio. "Dios se apoya en la razón". Y cuando arribe la tormenta, y el poderoso aire agite el bosque entero, y el trueno y el relámpago proclamen la majestad del cielo, dejad entonces que vuestro corazón diga con temor: "Dios se mueve en la pasión". Y como vosotros sois un hálito en la esfera de Dios, y una hoja en su bosque, también vosotros os apoyáis en la razón y os movéis en la pasión.


Del Dolor
Y entonces fue una mujer la que exclamó: <<>>
Y él contestó:
Vuestro dolor es el rasgamiento de la corteza que envuelve vuestro entendimiento. Al igual que la semilla de la fruta ha de romperse para que su corazón pueda sentir el sol, así tenéis vosotros que sentir el dolor. Y si os fuera dado mantener vuestro corazón en éxtasis ante los milagros cotidianos de vuestra existencia, vuestro dolor no parecería menos portentoso que vuestra alegría. Y admitiríais las estaciones de vuestro corazón, al igual que siempre habéis admitido las estaciones que pasan sobre vuestros campos. Y velaríais con serenidad a través de los inviernos de vuestro sufrimiento.
* * *
Mucho de vuestro dolor es escogido por vosotros mismos. Es la pócima amarga por la cual el médico que existe dentro de cada uno cura a vuestro yo enfermo. Por lo tanto tened confianza en el médico, y libad su pócima en silencio y con tranquilidad. Porque su mano, aunque pesada y dura, está conducida por la tierna mano del Invisible. Y la copa que tiende, aunque queme vuestros labios, ha sido modelada con la arcilla que el Alfarero ha humedecido con sus propias sagradas lágrimas.


Del Propio Conocimiento
Y un varón fue quien dijo: <<>>
A lo cual contestó él diciendo:
Vuestros corazones conocen en silencio los secretos de los días y de las noches. Pero vuestros oídos ansían el sonido del conocimiento de vuestro corazón. Quisierais saber, traducido en palabras, aquello que siempre habéis sabido en pensamientos. Desearíais tocar con vuestras manos el cuerpo desnudo de vuestros sueños. Y bueno fuera que así fuese. El manantial oculto de vuestra alma tiene necesidad de saltar y correr murmurante hacia el mar. Y el tesoro de vuestras infinitas profundidades quedaría desvelado ante vuestros ojos. Pero aceptáis la presencia de balanzas con las que pesáis vuestro desconocido tesoro. Y no busquéis las profundidades de vuestro conocimiento con apoyo alguno o el empleo de la sonda. Porque el ego es un mar ilimitado e inconmensurable.
* * *
No digáis, ¡He encontrado la verdad!, sino más bien "He encontrado una verdad". No digáis, ¡He hallado el camino del alma!. Antes bien, decid,"'He hallado al alma caminando por mi camino". Porque el alma camina por todas las sendas. El alma no camina por una sola línea, ni crece lo mismo que una caña. El alma se manifiesta por sí misma, igual que un loto de incontables pétalos.


De la Enseñanza
A continuación fue un maestro el que solicitó: <<>la Enseñanza.>>
Y él dijo:
Ningún hombre puede revelaros cosa alguna que no se encuentre ya medio aletargada en el albor de vuestro conocimiento. El maestro que camina a la sombra del templo, entre sus discípulos, no os hace partícipe de su sabiduría sino más bien de su fe y de su afecto. Si es en realidad sabio no os impedirá el acceso a la morada de su sabiduría, sino más bien os conducirá hasta el dintel de vuestra propia inteligencia. El astrónomo puede hablaros de su conocimiento del espacio, más no podrá ofrendaros ese conocimiento suyo. El músico podrá entonar con vosotros el ritmo que existe en todo espacio, pero lo que no podrá ofrendar es el oído que capta ese ritmo ni la voz que le acompaña. Y aquel que está versado en la ciencia de los números podrá hablaros de las regiones del peso y la medida, más no podrá conduciros hasta ellas. Porque la visión de un hombre no presta sus alas a ningún otro. Y así como cada uno de vosotros se encuentra a solas en el conocimiento de Dios, así debe cada uno de vosotros hallarse solo en su conocimiento de Dios y en los misterios de la tierra.


De la Amistad
Y un joven le dijo: <<>la Amistad.>>
A lo que respondió así:
Vuestro amigo es la contestación a vuestras necesidades. Él es ese campo en el que sembráis con amor y cosecháis con agradecimiento. Y él es vuestra mesa y vuestro hogar. Porque os aproximáis a él con vuestra hambre, y buscando la paz.
* * *
Cuando vuestro amigo revele su mente no temáis el "no" en vuestra propia mente, y tampoco guardéis el "sí" . Y cuando este silencioso que no cese vuestro corazón de escuchar al suyo. Pues aun sin palabras, en la amistad, todos los pensamientos, todos los deseos, todas las esperanzas brotan y son compartidas con ese placer que no necesita palabras. Cuando os apartéis de vuestro amigo, no os entristezcáis. Porque lo que en él amáis más, quizá se vea más claro en su ausencia al igual que la montaña es más clara para el montañes contemplada desde el llano. Y no permitáis que exista interés alguno en la amistad, a excepción de cuanto signifique profundizar en el espíritu. Pues el cariño que busca algo que no sea la revelación de su propio misterio no es cariñoso sino una red que se lanza hacia adelante, y con la que solamente pescamos lo inútil.
* * *
Y haced que lo mejor de vosotros sea para vuestro amigo. Si él ha de conocer el flujo de vuestra marea, permitidle que también conozca su reflujo. Porque ¿qué clase de amigo es al que sólo buscáis cuando deseáis matar algo de tiempo? Buscadle cuando dispongáis de horas por vivir. Porque las suyas colmarán vuestra necesidad, más no así vuestro vacío. Y en la dulzura de la amistad hallaréis la risa y la participaréis en aquello que es grato. Pues en el rocío de las cosas pequeñas, encuentra el corazón el frescor de su mañana.


De la Conversación
Y entonces un humanista dijo: <<>la Conversación.>>
Y él contestó:
Habláis cuando dejáis de estar en tranquilidad con vuestros pensamientos. Y cuando ya no podéis habitar por más tiempo en la soledad de vuestro corazón moráis en vuestros labios, y las palabras se transforman en una diversión y un pasatiempo. Y en muchas de vuestras charlas, el pensamiento está casi muerto. Ya que el pensamiento es un ave que necesita espacio, y en una jaula de palabras podrá, naturalmente, desplegar las alas, mas no puede volar.
* * *
Existen quienes entre vosotros buscan a habladores por temor de sentirse solos. El silencio de la soledad revela ante sus ojos la desnudez de su ego y desearían escapar. Existen también aquellos que hablan, y sin conocimientos o premeditación dicen una verdad que ni ellos mismos comprenden. Y existen quienes llevan la verdad consigo, pero no la expresan con palabras. En el seno de éstos se mantiene el espíritu en un silencio rítmico.
* * *
Cuando halléis a vuestro amigo en la senda o en la plaza del mercado, permitid que el espíritu que existe en vosotros mueva vuestros labios y conduzca vuestra lengua. Permitid que la voz que existe dentro de vuestra voz hable al oído de su oído. Porque su alma guardará la verdad del corazón vuestro, lo mismo que se guarda el sabor del vino. Cuando se ha olvidado el color y la copa ya no existe.


Del Tiempo
Y un astrónomo dijo: <<>>
Y él respondió:
Desearíais medir el tiempo, infinito e inconmensurable. Quisierais ajustar vuestra conducta y hasta encauzar la marcha de vuestro espíritu conforme con las horas y las estaciones. Deseáis convertir al tiempo en un torrente en cuyas orillas os sentaríais para contemplar su corriente.
* * *
No obstante, lo infinito que existe en vosotros conoce lo infinito de la vida. Y sabe también que el ayer es hoy solamente un recuerdo y que mañana será el sueño de hoy. Y que lo que canta y contempla en vosotros está viviendo aún dentro de los límites del primer momento que esparció las estrellas en el cielo. ¿Quién de entre vosotros no siente que su fuerza de amar es ilimitada? Y, sin embargo, ¿quién no siente ese mismo amor, aunque ilimitado, contenido en el centro de su ser, y agitándose no de un pensamiento amoroso a otro, ni de unas hazañas amorosas a otras? Y ¿no es el tiempo al igual que el amor, indivisible e ilimitado?
* * *
Pero si en vuestro pensamiento necesitáis medir el tiempo por estaciones, permitid que cada una de ellas rodee a las otras. Y permitid que el hoy abrace al pasado con el recuerdo, y al futuro con vehemencia.


Del Bien y el Mal
Y uno de los ancianos de la ciudad pidió: <<>>
Y él respondió:
Puedo hablaros del bien que existe en vosotros, pero no así del mal. Pues ¿qué es el mal sino el bien torturado por su propia hambre y sed? La verdad es que cuando el bien está famélico busca su alimento hasta en las cuevas oscuras, y cuando lo que siente es sed, bebe hasta de las aguas estancadas.
* * *
Sois buenos cuando sois uno con vosotros mismos. Sin embargo, cuando no sois uno con vosotros mismos, no por eso sois malos. Porque una casa dividida no es una cueva de ladrones; sino solamente una casa dividida, Y un barco sin timón puede marchar a la deriva por entre islas peligrosas, sin hundirse.
Sois buenos cuando os esforzáis por dar de vosotros mismos. No obstante, no sois malos cuando buscáis ganancias para vosotros mismos. Pues cuando os esforzáis buscando alguna ganancia no sois sino una raíz que se aferra a la tierra y extrae la sustancia de su seno. Seguramente el fruto no puede decir a la raíz: "Sé como yo, madura, plena y dando siempre de la abundancia tuya". Pues para el fruto, dar es una necesidad, así como el recibir lo es para la raíz.
* * *
Sois buenos cuando os encontráis completamente despiertos en vuestra conversación. Pero ello no significa que seáis malos cuando dormís y vuestra lengua se mueve en la inconsciencia. Y hasta una conversación vana puede fortalecer a una lengua débil.
* * *
Sois buenos cuando os dirigís hacia vuestra meta con pasos firmes y decididos. No obstante, no sois malos cuando os dirigís hacia ella cojeando. Aun los que cojean no retroceden. Pero vosotros los que sois fuertes y rápidos, procurad de no cojear ante el lisiado, obscureciendo su alma.
* * *
Sois buenos de muchísimas maneras, y no por eso sois malos cuando no llegáis a ser buenos. Tan sólo sois perezosos e indolentes. ¡Lástima es que los ciervos no puedan impartir celeridad a las tortugas!
* * *
En vuestro afán por un ego superior yace vuestra bondad, y ese anhelo está en todos vosotros. Pero en algunos, ese anhelo es un torrente que corre con fuerza hacia el mar transportando los secretos de las laderas montañosas y los cánticos de los bosques. Y en otros es un riachuelo suave que se pierde entre ángulos y recodos consumiéndose antes de llegar a su término. Pero no permitáis que aquel que mucho anhela diga a quien se conforma con poco: ¿A qué se debe que seas lento y titubeante? Porque el que realmente es bueno no pregunta a los desnudos: "¿Dónde están tus ropajes?", ni al que carece de casa. "¿Qué le ha sucedido a tu morada?"


De la Oración
Fue después una sacerdotisa la que le pidió: <<>la Oración.>>
A lo que él contestó:
Oráis en vuestra desgracia y en vuestra necesidad, ¡ojalá oraseis así mismo cuando os sentís completamente felices y en vuestros días de abundancia!
* * *
Pues ¿qué es la oración sino la expansión de vuestro ser en el éter vivo? Y si para vuestro consuelo vertéis vuestra oscuridad en el espacio, asimismo es para vuestra satisfacción vaciar en él la aurora de vuestro corazón. Y si solamente podéis llorar cuando vuestra alma os incita a rezar, ella también os incitará una y otra vez, aunque llorando, hasta que lleguéis a reír. Cuando estáis orando os eleváis para hallar en el aire a quienes están rezando en ese mismo instante, y a los cuales fuera del momento de la oración no podríais hallar. Por lo tanto, haced que vuestra visita a ese templo invisible no sea más que para el éxtasis y la comunión amable. Pues si penetraseis en él solamente para humillaros, no seríais levantados. Y si lo hacéis para orar por el bienestar de otros, no seréis oídos. Es suficiente con que penetréis en el templo invisible.
* * *
No puedo enseñaros cómo se reza con palabras. Dios no oye vuestras palabras salvo cuando es Él mismo quien las expresa a través de vuestros labios. Y no puedo enseñaros la oración de los mares, de las selvas y de los montes. Pero vosotros, los que habáis nacido en los montes y en los mares podéis hallar su oración en vuestro corazón. Y si escucháis en la quietud de la noche, les escucharéis decir silenciosamente: "Dios nuestro, que eres nuestro ser alado, que la voluntad que está en nosotros sea la misma nuestra. Que Tu deseo en nosotros sea también Nuestro deseo. Que Tu anhelo en nosotros sea el que cambie nuestras noches, que son Tuyas, en días que son también Tuyos. No podemos rogarte cosa alguna porque Tú sabes nuestras necesidades antes de que estas se produzcan en nosotros. Tú eres nuestra necesidad; y dándonos más de Ti mismo, te nos da por entero".


Del Placer
Entonces un ermitaño, que visitaba la ciudad una vez al año, se adelantó para pedir: <<>>
Y él contestó así:
El placer es un canto de libertad. Mas no es la libertad. Es el florecimiento de vuestros deseos, Mas sin ser su fruto. Es una sima que llama a una altura, Mas no es la suma ni la altura. Es el enjaulado adquiriendo alas, Alas no es el espacio cerrado. ¡Ay, la gran realidad es que el placer es un cántico de libertad! Y me agradaría que lo cantarais a pleno corazón. no obstante, no desearía que perdierais vuestros corazones al cantar.
* * *
Algunos de vuestros jóvenes buscan el Placer como si eso fuera todo, y se ven juzgados y censurados. Yo no los juzgaría ni los censuraría. Haría que lo buscasen. Pues hallarían el Placer, mas no solo; Siete son sus Hermanas, y la menor de ellas es más bella que el placer. ¿No habéis oído hablar del hombre que cavando la tierra en busca de raíces encontró un tesoro?
* * *
Y algunos de vuestros ancianos recuerdan apesadunbrados los placeres como si fueran faltas cometidas en la ebriedad. Más el pesar es el oscurecimiento de la mente y no su castigo. Deberían recordar sus placeres con agradecimiento, como si fuera la cosecha de un verano. No obstante, si su pesar les sirve de confortamiento, permitidles que se consuelen de esa forma. Y existe entre vosotros quienes no son jóvenes para buscar ni viejos para recordar; Y en su temor de buscar y de recordar escapan de todos los placeres, temiendo menospreciar al espíritu o causarle alguna ofensa. Pero hasta en su privación está su placer. Y de esta manera igualmente hallan un tesoro aunque cavan en busca de raíces con manos temblorosas. Pero decidme, ¿quién es el que puede ofender al espíritu? ¿Puede el ruiseñor ofender a la quietud de la noche, o la luciérnaga a las estrellas? ¿Puede vuestra llama o vuestro humo ser una carga para el viento? ¿Consideráis que el espíritu es un lago de agua quieta que podéis vosotros enturbiar agitándola con un palo?
* * *
Muchas veces, al privaros del placer no hacéis más que conservar el deseo en lo más recóndito de vuestro ser. ¿Sabe alguien si eso que hemos guardado hoy, no brotará mañana? Hasta vuestro cuerpo conoce su herencia y asimismo sus legítimas necesidades y no desea ser engañado. Y vuestro cuerpo es el arpa de vuestra alma. Y de vosotros depende arrancarle música dulce o sonidos confusos.
* * *
Y ahora preguntadle a vuestro corazón:
'¿Cómo diferenciaremos lo que es bueno en el placer de aquello que no lo es?' Id a vuestros campos y a vuestros jardines y aprenderéis que el placer de la abeja estriba en libar la miel de la flor. Pero asimismo el placer de la flor estriba en brindar esa miel a la abeja. Pues para la abeja, una flor es fuente de vida, Y para la flor, una abeja es mensaje de amor, Y para las dos, abeja y flor, el dar y el recibir placeres una necesidad y un éxtasis.
* * *
¡Pueblo de Orfalis, sé en tus placeres como las flores y las abejas!


De la Belleza
Y un poeta dijo: <<>la Belleza.>>
Y él contestó:
¿Dónde buscaréis la belleza, y cómo vais a hallarla sin ser ella vuestro camino y vuestra guía? ¿Y cómo hablaréis de ella a menos que sea la tejedora de vuestro discurso?
* * *
El agraviado y el injuriado dicen: "La Belleza es amable y gentil. Igual a una madre joven que medio avergonzada de su propia gloria, camina entre nosotros". Y el apasionado dice: "No, la Belleza es una cosa compuesta de fuerza y de terror. Como la tempestad que sacude la tierra por debajo de nosotros y al cielo que existe por encima".
* * *
El cansado y el decaído dicen: "La Belleza es de suaves susurros. Ella habla en nuestro espíritu. Su voz llega a nuestros silencios como una luz mortecina que tiembla por miedo a la sombra". Pero el inquieto dice: "La hemos oído gritar entre los montes. Y con sus gritos llegaron el sonido de galopes, el batir de alas y el rugido de leones".
* * *
Durante la noche, los guardias de la ciudad dicen: "La Belleza se alzará por el oriente con el alba". Y al medio día, los trabajadores y los caminantes dicen: "La hemos visto reclinarse sobre la tierra desde las ventanas del crepúsculo". En invierno, los que se encuentran en la nieve, dicen: "Vendrá con la primavera saltando por los montes". Y bajo el calor del verano, dicen los segadores: "La hemos visto danzando con las hojas del otoño, y en sus cabellos vimos flotar copos de nieve". Todas estas cosas son las que vosotros habéis dicho sobre la Belleza, Sin embargo, la verdad es que no habláis de ella sino de deseos insatisfechos, Y la Belleza no es un deseo, sino un éxtasis. No es una boca sedienta, ni mano vacía que se tiende pedigüeña, Sino antes bien un corazón inflamado y un alma encantada.
* * *
No es la imagen que quisierais contemplar ni la canción que os gustaría oír. Es sobre todo una imagen que veis aún con los ojos cerrados y una canción que oís, aunque os tapéis los oídos. No es la savia que corre por dentro de la corteza rugosa, ni un ala adherida a una garra. Es más bien un jardín por siempre florido y una bandada de ángeles que jamás dejan de volar.
* * *
¡Pueblo de Orfalis, la Belleza es vida cuando la vida desvela su rostro inmaculado! Pero vosotros sois la vida y sois asimismo el velo. La Belleza es la eternidad mirándose en un espejo. Pero vosotros sois la eternidad y sois el espejo.


De la Religión
un anciano sacerdote dijo: <<>la Religión.>>
A lo cual el respondió:
¿Es que os he hablado en este día de algo diferente? ¿Es que no son religión todos los actos y todas las meditaciones? ¿Y aquello que no es acto ni meditación, sino un milagro y una sorpresa que emana siempre en el alma, aun cuando las manos cincelen la piedra o están armando el telar? ¿Puede alguien separar su fe de sus acciones, o su creencia de sus ocupaciones? ¿Quién puede extender sus horas ante él, exclamando: Esto para Dios y esto es para mí. Esto para mi alma y esto otro para mi cuerpo? Todas vuestras horas son alas que baten el espacio de un ser a otro ser. Aquel que se cubre con su moral como si se tratase de su mejor vestido, sería preferible que andara desnudo. El viento y el sol no agrietarían su piel. Y el que define su conducta con filosofías es como si encerrase a su ave canora en una jaula.
* * *
La canción más libre no brota por entre barrotes y rejas. Y aquel para quien la adoración es una ojiva, que se abre pero que también se cierra, todavía no ha visitado la morada de su alma, cuyas ojivas están abiertas de par en par.
* * *
Vuestra vida cotidiana es vuestro templo y vuestra religión. Siempre que penetréis en ella llevaos íntegro todo lo que os pertenece. Llevad el arado y la forja, el mazo y el laúd. Las cosas que habéis creado por necesidad o por deleite. Porque en el ensueño no podéis levantaros por sobre vuestras hazañas ni caer por debajo de vuestros fracasos. Y llevad con vosotros a todos los hombres: Porque en la adoración no podéis volar más alto que sus esperanzas, ni humillaros más bajo que su desesperación.
* * *
Y si conocierais a Dios no tendríais enigmas que descifrar. Mejor será que miréis en torno a vosotros y le veréis jugando con vuestros hijos. Y contemplad el espacio: Le veréis andando entre las nubes, extendiendo. Sus brazos en el relámpago y descendiendo en la lluvia. Le veréis sonriendo en las flores para después elevarse y agitar sus manos en los árboles.


De la Muerte
Fue después Almitra quien inquirió: <<>la Muerte.>>
Y él dijo:
Desearía conocer el secreto de la muerte. Pero ¿cómo vais a conocerlo a menos de que lo busquéis en el corazón de la vida? La lechuza, cuyos ojos son nictálopes, no pueden desvelar el misterio de la luz. Si de verdad deseás conocer el espíritu de la muerte, abrid por entero vuestro corazón al cuerpo de la vida. Porque la vida y la muerte son solo uno, lo mismo que el río y el mar son uno también.
* * *
En lo profundo de vuestras esperanzas y deseos, es donde yace vuestro conocimiento silencioso del más allá. Y como semillas soñando bajo la nieve, vuestro corazón tiene sueños primaverales. Confiad en los sueños, pues en ellos se oculta la entrada a la eternidad. Vuestro temor a la muerte no es sino el temblor del pastor cuando se ve ante el rey cuya mano va a tocarlo para honrarle. ¿No está el pastor jubiloso en su temblor sabiendo que podrá ostentar la marca real? No obstante, ¿deja por eso de tener conciencia de su temblor?
* * *
Pues ¿qué es el morir sino estar desnudo ante el viento y derretirse al sol? ¿Y qué es dejar de respirar, sino liberar a la respiración de sus flujos y reflujos incesantes para poder elevarse y expandirse para acudir ante Dios sin trabas? Solamente cuando bebáis del río del silencio será cuando en verdad cantaréis. Y cuando hayáis alcanzado la cima del monte, entonces será cuando empecéis a escalar. Y cuando la tierra reclame vuestros miembros, entonces en verdad bailaréis.


El Adiós
Y era llegado el ocaso. Y Almitra, la sibila, dijo: <>
Y él respondió:
¿Fui yo quien habló? ¿Es que no fui un oyente también?.
* * *
Después descendió los peldaños del templo y todo el pueblo le siguió. Y llegó a su barco y se detuvo sobre la cubierta. Y mirando de nuevo al pueblo, alzó la voz y dijo:
Pueblo de Orfalis, el viento me ordena abandonaros. Menos ligero soy que el viento, mas sin embargo, debo partir. Nosotros los errantes, en busca siempre del camino más solitario, no empezamos un día donde hemos terminado el anterior; y ningún amanecer nos encuentra allí donde nos dejó el ocaso. Viajamos también en tanto la tierra duerme. Somos las semillas de la planta firme en su propósito, y es en nuestra madurez y en la plenitud de nuestro corazón cuando nos vemos lanzados al aire y esparcidos.
* * *
Breves fueron mis días entre vosotros, y más breves aún las palabras que he pronunciado. Pero mi voz desaparecerá en vuestros oídos, y mi amor se desvanecerá en vuestra memoria; entonces volveré nuevamente. Y os hablaré con un corazón más generoso y unos labios más condescendientes al espíritu. Sí, volver‚ con la marea. Y aunque la muerte pueda esconderme, y el mayor silencio envolverme, aún buscaré de nuevo vuestra comprensión. Y mi búsqueda no será vana. Si algo de cuanto he dicho es verdad, esa verdad se revelará por sí misma con una voz más clara y con palabras más propias a vuestros pensamientos.
Pueblo de Orfalis, me voy con el viento mas no desciendo hasta el vacío. Y si este día no es de plena satisfacción de vuestras necesidades y de mi amor, entonces permitidle que sea una promesa para otro día.
Las necesidades del hombre cambian, mas no así su amor, ni su deseo de que este amor pueda satisfacerlas. Sabed entonces, que retornaré del mayor de los silencios. La niebla que se disipa al amanecer, dejando solamente rocío en los campos, se levantará para formar una nube y caerá después convertida en fina lluvia. Y yo no he dejado de parecerme a la niebla. En la quietud de la noche he andado por vuestras calles, y mi espíritu ha penetrado en vuestras moradas. Y los latidos de vuestro corazón estuvieron en el mío, y en mi rostro sentí vuestro aliento, y os conocí a todos.
¡Ay! Supe de vuestras alegrías y de vuestros dolores, y vuestros sueños fueron mis sueños. Y con frecuencia estuve entre vosotros como una laguna entre los montes. Reflejé las cumbres en vosotros y las laderas serpenteantes, y hasta los rebaños pasajeros de vuestros pensamientos y vuestros anhelos. Y hasta mi silencio llegaron las risas de vuestros hijos, igual que arroyos, y los anhelos de vuestros jóvenes, como ríos. Y cuando arribaron hasta lo más profundo de mí, los arroyos y los ríos no dejaron de cantar.
* * *
Pero llegó a mí algo más dulce aún que las risas y más grande todavía que los anhelos. Fue lo que de infinito existe en vosotros: El hombre vasto en quien todos vosotros no sois más que células y nervios; aquel en cuyo canto todas las canciones no son sino vibraciones carentes de sonido. Es dentro del hombre grandioso donde vosotros lo sois también. Y contemplándole a él fue como os contemplo y os amé.
Pues ¿qué distancias puede alcanzar el amor que no se hallen en esa esfera inmensa? ¿Qué visiones, qué esperanzas y qué presunciones pueden superar a la sublimidad de ese vuelo? Igual a un roble gigantesco cubierto con flores de manzano es el hombre grandioso que existe en vosotros. Su poder os liga a la tierra, su aroma os eleva al espacio, y en su infinito sois inmortales.
* * *
Se os ha dicho que aunque semejantes o una cadena, sois tan débiles como el más frágil de sus eslabones. Esta es solamente una verdad a medias. Asi mismo sois tan fuertes como el más fuerte de los eslabones. Mediros por el más pequeño de vuestros actos, es como comparar la fuerza del mar con la fragilidad de su espuma. Juzgaros por vuestros fracasos, es como lanzar la culpa a las estaciones por su inconstancia.
* * *
¡Ay! Sois como un mar.
Y aunque los barcos varados esperan la marea en vuestras costas, no obstante, así como un mar, no podéis acelerar vuestras mareas.
También sois como las estaciones. Y aunque en vuestro invierno neguéis vuestra primavera, está reposando dentro de vosotros, sonríe en su adormecimiento y no está ofendida.
Pensad que no os digo estas cosas con objeto de que podáis deciros unos a otros: "Nos ha alabado con exceso. Soló vio lo bueno que existe en nosotros.''
Solamente os hablo con palabras que conocéis en pensamiento por vosotros mismos. ¿Y qué es el conocimiento de la palabra, sino la sombra del conocimiento sin palabras?
Vuestros pensamientos y mis palabras son oleadas de una memoria sellada que guarda recuerdos de nuestros ayeres. Y de aquellos días antiguos en que la tierra no tenía conocimiento de nosotros ni se conocía a sí misma. Y de noches en que la tierra se haIlaba aún sacudida por el caos. Hombres sabios se han acercado a vosotros para ofrendaros su sabiduría.
Yo vine a tomar de vuestra sabiduría: Y he aquí que he hallado algo que es más grande que la sabiduría. Es la llama del espíritu vuestro que siempre toma más de sí mismo. En tanto que vosotros, despreocupados de su expansión, deploráis la consunción de vuestros días. Es la vida que busca vida en cuerpos con temor al sepulcro.
* * *
Aquí no existen sepulcros. Estas montañas y llanuras son una cuna y un puente. Cuando paséis por el campo donde disteis sepultura a vuestros ancestros mirad bien por aquellos lugares, y os veréis a vosotros mismos y a vuestros hijos bailando asidos de las manos. Lo cierto es que a menudo creáis alegría sin saberlo.



Hubo quienes llegaron hasta vosotros y a los cuales, por doradas promesas hechas a vuestra fe, les habéis otorgado riquezas, poder y gloria.
Menos que una promesa os he dado yo y, no obstante, habéis sido más generosos conmigo. Me habéis dado mi anhelo más profundo después de la vida. Os aseguro que no existe regalo mayor para un hombre que el que cambia todos sus propósitos en unos labios quemantes, y la vida entera en una fuente.
Y en esto estriban mi honor y mi recompensa.
De forma que siempre que vengo a beber a la fuente, hallo sedienta a la propia agua viviente. Y ella bebe de mí mientras yo bebo de ella.
* * *
Algunos de entre nosotros me habéis fuzgado altivo y huraño para recibir dádivas. Desde luego soy demasiado altivo para recibir jornales, mas no dádivas. Y aunque haya comido bayas silvestres entre las montañas, cuando habríais deseado tenerme sentado a vuestra mesa. Y dormido en el pórtico del templo, cuando gustosos me hubierais dado albergue. Sin embargo, ¿no fue vuestro cariñoso cuidado de mis días y mis noches lo que hizo dulce a mi boca el alimento y rodeó mi sueño de visiones?
* * *
Por esto os bendigo más:
Es mucho lo que dais sin siquiera saber que disteis. Realmente, la benevolencia que se mira así misma en un espejo, se hace de piedra. Y una buena acción que se llama a si misma con nombres tiernos, termina siendo la causa de una maldición.
* * *
Y algunos de entre vosotros me habéis llamado altanero y embriagado de mi propia soledad. Y habéis dicho: "Celebra consejo con los árboles del bosque, mas no con los hombres. Se sienta sólo en la cima de los montes y mira hacia abajo a nuestra ciudad". Verdad es que he escalado las cimas y andado por lugares remotos. ¿Cómo puedo haberos contemplado, a no ser desde una gran altura o desde una larga distancia? ¿Cómo puede uno hallarse cerca a menos de que se encuentre lejos?
* * *
Y hubo otros que me llamasteis y, aunque no con palabras, me dijisteis: "Extranjero, extranjero, enamorado de las cimas inaccesibles, ¿por qué moras en las cumbres donde las águilas hacen sus nidos? ¿Por qué buscas lo inasequible? ¿Qué tempestades pretendes atrapar en tu red? Y qué aves vaporosas cazas en el cielo? Ven y sé uno de nosotros. Desciende y aplaca tu hambre con nuestro pan, y calma tu sed con nuestro vino".
Estas cosas las dijeron en la soledad de su corazón. Mas su soledad era más profunda de cuanto creéan, por lo que solamente busqué el secreto de vuestra alegría y de vuestro dolor. Y sólo pude cazar vuestra mejor personalidad, la que va camino al cielo. Pero también el cazador resultó cazado. Pues muchas de mis flechas salieron de mi arco, solamente para ir en busca de mi propio pecho. Y el que volaba tuvo que reptar. Porque cuando mis alas fueron desplegadas al sol, su sombra sobre la tierra era una tortuga. Y yo el creyente, fui también el descreído. Porque a menudo he colocado el dedo en mi propia llaga para poder tener una fe mayor en vosotros y en el máximo conocimiento vuestro.
* * *
Y con esta fe y con este conocimiento os digo:
No estáis prisioneros dentro de vuestro cuerpo, ni confinados en viviendas o campos. Pues lo que es vuestro, tiene su morada por encima del monte y vaga con el aire. No es algo que se arrastra al sol en busca de calor, o cava agujeros en la oscuridad en busca de un sitio seguro. Sino algo libre, un espíritu que envuelve la tierra y se mueve en el éter.
* * *
Si éstas son palabras vagas, no tratéis de aclararlas. Vago y nebuloso es el principio de todas las cosas, mas no su fin. Y me agradaría ser recordado por vosotros como un principio de la vida, y todo lo que vive, es concebido en la niebla y no en el cristal. ¿Y quién sabe si el cristal no es niebla que mengua?
* * *
Desearía que esto lo recordarais al acordaros de mi: "Que aquello que asemeja más débil y confuso en vosotros, es lo más fuerte y más definido".
¿No ha sido vuestro aliento el que ha erigido y endurecido la estructura de vuestra osamenta? Y no es un sueño que ninguno de vosotros recuerda haber soñado edificar vuestra ciudad y formar todo lo que existe en ella? Si os fuera dado ver las oleadas de ese aliento, dejaríais de ver todo lo demás. Y si os fuera dado oír el murmullo del sueño, no podríais oír ningún otro sonido.
* * *
Pero vosotros no veis, ni oís, y eso está bien. El velo que nubla vuestros ojos será rasgado por las manos que lo tejieron. Y la arcilla que tapa vuestros oídos será agujereada por aquellos dedos que la amasaron. Y veréis. Y oiréis. Entonces no deploraréis haber sabido lo que es ceguera, ni lamentaréis haber estado sordos. Pues en ese día conoceréis los propósitos ocultos que existen en todas las cosas. Y bendeciréis la oscuridad al igual que bendeciréis la luz.



Cuando hubo dicho todas estas cosas, miró a su alrededor, y vio al piloto de su nave de de pie junto al timón, mirando ora las velas desplegadas y ora el horizonte.
Y dijo: "Paciente, más que paciente es el capitán de mi nave. El viento sopla, y las velas se encuentran inquietas y el tirnonel pide el rumbo. Sin embargo, tranquilo, mi capitán aguarda mi silencio. Y estos marinos míos, que han oído el coro del mayor de los mares, también me han oído pacientes. Ahora no esperarán más. Estoy listo. El arroyo ha llegado al mar, y una vez más la gran madre mantiene al hijo junto a su seno".
* * *
¡Adiós, pueblo de Orfalis! Este día ha concluido. Está cerrándose sobre nosotros lo mismo que el nenúfar sobre su propio mañana. Lo que hoy nos fue otorgado, lo conservaremos. Y si no fuera bastante, entonces habremos de venir juntos otra vez, y extender unidos las manos hacia el Dador. No olvidéis que regresaré a vosotros. Un solo instante, y mis afanes reunirán polvo y espuma para otro cuerpo. Un solo instante, un momento de reposo sobre el aire, y otra mujer me concebirá.
* * *
¿Adiós a vosotros y a la juventud que pasé con vosotros! Sólo fue ayer cuando nos hallamos en un sueño. Habéis cantado para mí en la soledad, y yo, con vuestros anhelos, he erigido una torre en el cielo. Mas ahora nuestro deseo de dormir ha volado, nuestro ensueño ha finalizado, y el amanecer no está lejos. El momento de la culminación se encuentra sobre nosotros y nuestro semidespertar contempla un día más, y debemos partir.
Si en el crepúsculo del recuerdo nos encontramos una vez más, unidos hablarermos de nuevo, y vosotros me cantaréis una canción más profunda. Y si nuestras manos volvieran a encontrarse en otro sueño, erigiremos otra torre en el cielo.
* * *
Y así diciendo, hizo una seña a los marinos, e inmediatamente izaron anclas, dejando al barco libre de sus amarras, e iniciaron la marcha hacia Oriente.
Y un clamor salió de todo el pueblo como si se tratase de un solo corazón, y fue elevándose hacia la oscuridad y fue llevado sobre el mar como un gran trompetazo.
Sólo Almitra guardó silencio, contemplando el barco hasta que desapareció entre la niebla.
Y cuando el pueblo entero se dispersó, aún siguió sola sobre el muelle, recordando esta frase en su corazón: "Un solo instante, un momento de reposo sobre el aire, y otra mujer me concebirá".

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PROMETO NO OLVIDARME

Había saldado ya viejas cuentas pero otras quedaban pendientes...

Y ella lo sabía... Nadie mejor que ella lo sabía. Tenía que volver. Se tomó su tiempo... y su no tiempo, se acomodó en su espacio infinito y programó su vida. Escribió su guión, eligió a sus padres, se ordenó deberes, juró elegir la verdad y no el error. Y cuando escribió la palabra "fin" ya estaba lista para empezar.

Le costó menos esta vez despedirse de sus amigos de luz, sabía que iba a volver... y que los encontraría allí abajo. Repasó su libreto por última vez. "Prometo no olvidarme", gritó con toda su alma, mientras el aire se volvía mas denso y lentamente iba muriendo a ese mundo de luz.

La oscuridad la envolvió... Se fué enredando de a poco en una sustancia viscosa, tibia, pegajosa, que crecía... crecía... y la cubría... la rodeaba... la encerraba... Esa prisión la acompañaría durante todo su viaje. "ya sé pero no debo olvidarme". El espacio fué haciendose cada vez mas pequeño.

Por las únicas dos ventanillas percibía el agua... tibia... Y ese tambor batiendo... siempre a ritmo... cada vez mas fuerte. De pronto otro tambor, mas pequeño, comienza a escuchar... y va creciendo, con su propio ritmo. Los dos tambores acompasados se aceleran... se aceleran... siempre a ritmo... más veloz... cada vez más veloz...

Ya no queda espacio... Algo me empuja y recuerdo el miedo... otra vez el miedo... presiento un tubo estrecho y un leve resplandor allá... al final... lucho por llegar a él... el tamborcito casi estalla en un grito espantoso...

"Es una nena." El médico la toma por la patitas, le da un chirlo, la nena llora y todos festejan. Nadie sabe mi dolor.

Sólo a veces, muy pocas veces tengo la sensación de estar cumpliendo con aquel guión; es cuando el amor me afloja la cara y la sonrisa se instala... y las ventanillas brillan... pero por mas esfuerzo que haga no logro recordar aquella promesa, aunque la intuición me dice que tiene que ver con la elección de la VERDAD.

Marilina Ross

BELLEZA - MAJESTUOSIDAD? QUIEN MAS QUE EL PLANETA?!

Puede el Hombre creer/suponer/pensar, qué tiene algún poder sobre esto?!

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Congreso de Chamanes y Místicos unidos para el logro 2010 con la presencia de Chamalú

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“Soy guerrero: mi espada es el amor, mi escudo el humor, mi hogar la coherencia, mi texto la libertad. Si mi felicidad resulta insoportable, discúlpenme, no hice de la cordura mi opción. Prefiero la imaginación a lo indio, es decir inocencia incluida. Quizás solamente teníamos que ser humanos. Sin Amor nada tiene sentido, sin Amor estamos perdidos, sin Amor corremos el riesgo de estar de nuevo transitando de espaldas a la luz. Por eso es muy importante que sea el Amor lo único que inspire tus actos. Anhelo que descubras el mensaje que se encuentra detrás de las palabras; no soy un sabio, sólo un ENAMORADO DE LA VIDA” Chamalú

Se cuenta que en el Siglo pasado, un Turista Americano fue a la Ciudad de El Cairo, Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso Sabio.

El Turista se sorprendió al ver que el Sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros..

Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.

¿Dónde están sus muebles? preguntó el Turista.

Y el Sabio, rápidamente, también preguntó:

¿Y dónde están los suyos...?

¿Los míos?, se sorprendió el Turista.

¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!

Yo también...
concluyó el Sabio.

Ellos fluyen con la naturaleza, ellos Viven mientras nosotros dormimos.

Gracias Marcos de ...TAO-SAI... por usar despertador.

SOMOS UNO - PAZ - SOMOS UNO

Para saber más, clic aquí Gracias Pandora por compartirlo

GRACIAS!

Gracias por haber cantado al Amor en todos sus tonos.

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“Lo que la oruga interpreta como el fin del mundo es lo que el maestro denomina mariposa”

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