COINCIDENCIAS – SINCRONICIDAD
Fragmento de:
James Redfield - La nueva visión espiritual
Las coincidencias significativas pueden producirse en cualquier momento.
Nuestro día puede ir transcurriendo cuando, en apariencia sin aviso previo, un hecho extraño atrae nuestra atención. Podemos pensar en un viejo amigo que no se nos cruzó por la mente durante años; más tarde, cuando ya lo olvidamos por completo, al día siguiente nos encontramos con esa persona.
Del mismo modo, podemos ver en el trabajo a un individuo que nos gustaría conocer y ese mismo día encontrar a la mismísima persona sentada frente a nosotros en un restaurante.
Las coincidencias pueden implicar la llegada oportuna de una información especial que queremos pero no tenemos idea de cómo conseguir o la repentina toma de conciencia de que nuestra experiencia con un hobby o interés anterior era una preparación para llevarnos a una nueva oportunidad o un nuevo trabajo. Más allá de los detalles de una coincidencia en particular, sentimos que es muy poco probable que haya sido producto de la suerte o una mera casualidad. Cuando una coincidencia atrae nuestra atención, nos quedamos asombrados ante el hecho, aunque sea nada más que un instante. En algún nivel, sentimos que esos hechos estaban destinados de alguna manera a ocurrir, que debían ocurrir en el momento en que ocurrieron para orientar nuestras vidas en una dirección nueva y más inspiradora.
Abraham Lincoln escribió sobre una coincidencia de ese tipo ocurrida en su juventud. En ese entonces, Lincoln pensaba que debía hacer algo más con su vida que ser granjero o artesano como los demás habitantes de su comunidad de Illinois. Un día encontró a un mercachifle que obviamente estaba pasando épocas difíciles y que le pidió a Lincoln que comprara un viejo barril de artículos, en su mayoría sin valor, por un dólar. Lincoln podría haber dejado pasar al comerciante quebrado, pero le dio el dinero y guardó los artículos. Más tarde, cuando limpió el barril, Lincoln encontró entre las latas y los utensilios viejos una serie completa de libros de derecho, con los cuales estudió para ser abogado y siguió adelante para cumplir su asombroso destino.
El psicólogo suizo Carl Jung fue el primer pensador moderno que definió este misterioso fenómeno. Lo llamó "sincronicidad”, la percepción de una coincidencia significativa. Jung sostenía que la sincronicidad era un principio no-causal en el universo, una ley que funcionaba para llevar a los seres humanos hacia un mayor desarrollo de la conciencia.
Jung presenció un ejemplo directo de sincronicidad durante una de sus sesiones de terapia. Su paciente era una mujer particularmente correcta que tenía problemas con su comportamiento obsesivo. Jung estaba analizando sus sueños, con la esperanza de poder ayudarla a ponerse en contacto con el lado luminoso, divertido e intuitivo de su naturaleza. Sus sueños más recientes presentaban una interacción con un escarabajo, pero ella se resistía categóricamente a cualquier intento de interpretación. Justo en ese momento, Jung oyó un golpeteo extraño en la ventana y cuando corrió las cortinas, en la parte exterior de la ventana había un escarabajo, insecto raro en esa zona. Según Jung, el episodio inspiró tanto a la mujer que pudo realizar grandes progresos en su tratamiento.
Todos nosotros, seamos guerreros o no, tenemos un centímetro cúbico de suerte que surge frente a nuestros ojos de vez en cuando. La diferencia entre el hombre común y el guerrero es que el guerrero es consciente de esto, y una de sus tareas es estar alerta, esperando deliberadamente, de manera que cuando surge este centímetro cúbico tenga la velocidad necesaria, la valentía, de atraparlo.
Carlos Castaneda
muy interesante . gracias
ResponderBorrarGracias Ale "alita de angel" por tu visita y comentario. Es tambien tu casa.
ResponderBorrarAbrazo de luz, Mirta